Musique escrita

10.6.12

Por la mañana

Amanecía, y yo a tu lado. Entre mis piernas, las tuyas, y entre las tuyas, las sábanas. Aún un poco tontos, aún un poco ebrios como para hablar. Te desperté con un beso en los párpados. Abriste los ojos luego, esbozaste una sonrisa tímida, quitaste tus brazos de mi tibia y ancha cintura, y me acariciaste desde los hombros hasta el vientre y más abajo. Lento, como el vino que juega en tu boca antes de tragarse. Te sentaste desnudo de espaldas hacia mi y te quedaste ahí unos minutos. Uno, quizás dos, yo sólo contemplaba tu espalda imaginando cómo poder empezar a besarte nuevamente. Me acerqué y el sabor era el mismo, subí por tus deseos mientras una duda blanca me sujetaba las piernas. Rocé con mis fríos pensamientos tu pecho, tú tomaste los míos, te introdujiste en ellos y los mordiste.Te paraste luego y caminaste hacia la ducha. Me dirigí a la cocina, preparé el desayuno y te esperé descalza junto al sillón. No me gusta desayunar en la mesa. Es tan grande para mí...
Me acerqué al balcón para mirar a los vecinos. Yo y mi manía por observarlo todo. Incluso podría decir cuántos lunares tienes en tu cara y espalda. Esta vez opté por cerrar los ojos e imaginar todo lo que pasaba en el parque. Las risas, el viento, un llanto, autos, ladridos. No era tan difícil imaginar algo, pero yo no quería cualquier historia.