Musique escrita

27.7.09

Los amantes del círculo polar.

"Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases.
Sí. Podría contar mi vida uniendo casualidades.
Es bueno que las vidas tengan varios círculos,
pero la mía, mi vida, sólo ha dado la vuelta una vez, y no del todo.
Falta lo más importante... escrito tantas veces su nombre dentro.
Y aquí, ahora mismo, no puedo cerrar nada, estoy solo."

21.7.09

A mí a veces, muchas veces, me gustaría ser menos idealista.
A quién engaño por la cresta.
A mí.

16.7.09

Ana

Ana se cansa de la gente mentirosa. No entiende por qué para los demás siempre es más fácil ocultar lo que piensa antes que decirlo. Nunca ha entendido eso, y ya no lo hará. Está vieja y y muy agotada como para luchar contra seres egoístas y cobardes que le temen a una conversación alzada o hablar mirándose a los ojos.
Bueno, tiene sus concecuencias también. No es del todo bueno. Es más, me atrevería a decir que Ana tiene bastante mala suerte. Ella debería entender que el común de los mortales acostumbra a la falsedad.
A Ana lo dejó su novio, él decía que cansó de siempre decirle las cosas. Lo que le molestaba y lo que no. Él hubiese preferido -por ejemplo- que Ana le hubiese dicho te amo aquel día, pero ella, fiel a sus sentimientos y principios sólo dio un te quiero. Ella si da sus "te amo" con sentido. Vieras tú.
Cae mal porque es directa, la tíldan de facha siempre. Y lo es. Pero no tiene que ver con lo directa que es. Tiene que ver con lo sincera.
A Ana le molesta profundamente cuando le ocultan algo, ella así ha perdido varias cosas. Cosas personas, amores, libros, canciones, personas. Personas. Ah, y personas.¿Dije personas?.
A Ana le encantaría mentir más seguido, como tú -por ejemplo-, pero le cuesta un poco. Un poco no, le cuesta bastante. Si está enojada, se le nota y no oculta la cara tras la gente quiere pasar desapercibida. Y aunque responda un "nada, no me pasa nada", todos saben lo que le ocurre.
Yo creo, sinceramente, que Ana está loca.
Si yo fuera ella, salgo corriendo de este mundo. Tomo el primer bus a la Luna y me quedo ahí por un tiempo hasta encontrar un buen lugar para vivir. Dicen que en la Luna la gente es más transparente.
Si yo fuera ella, dejo de llorar por los egoísmos y corduras de los demás y me voy lejos.
Lástima que yo no pueda acompañar a Ana en su recorrido. ¿Tú te crees capaz?

8.7.09

La primera, la única

Fue hace seis días. Desperté, fui al baño, hice un close up en mi pelo y ahí estaba. Mi primera cana. Gruesa, rebelde y levemente ondulada. Justo en medio de la partidura, como una bandera. No sé por qué la naturaleza toma tan extraños caminos. Por qué mi pelo, que ha sido siempre liso-liso y delgado como pluma de pollo, al tomar forma de cana se convierte en esta suerte de alambre de púa capilar. Por qué deja su identidad dócil para transfromarse en un pedazo de nylon.
No supe qué hacer.
Ahí estabamos mi cana y yo, la casa entera durmiendo y yo enfrentandome a la segunda parte de mi vida:Laura con canas.
Decidí ignorarla por un rato. Abrí la llave para bañarme -cuestión rara en mí, porque los sábados prefiero tomar un café con leche en cama mientras hojeo el diario y reviso concienzudamente los catálogos- y me lavé el pelo sin poder decidir si el camino era la guerra o la paz.
La guerra;sacarla de raíz usando como arma mi mejor pinza -porque tengo varias, ¿ya les hablé de mi obsesión con las pinzas?-. La paz; dejar que crezca libre, digna y serena, que se luzca como la hace la Toti Rivas, que tiene exactamente mi edad, pero una experiencia enorme en esto del pelo bicolor.
Pero en ella todo es distinto, que la Toti nació con estilo -¿han notado ese tipo de gente?-. Ella es alta, a lo modelo, con la piel perfecta y el pelo negro. Se lo corta y parece heroína de comic español. Se lo deja largo y parece princesa de cuento. Y como sabía que por herencia materna le iba a salir un mechón blanco cerca de los treinta, cuando le apareció, hasta lo celebró.
Pero conmigo el cuento es muy diferente. A mí este pelo no deseado me tomó por sorpresa, y no digamos que fue grata. Sabía que estaba perdiendo el tiempo en tonteras, porque nada de lo que hicera iba a evitar que me siguieran saliendo canas y no es la idea terminar pelada como un melón, o parecer ancianita a los 40.
Ya me había sacado el acondicionador y estaba por cortar la ducha cuando tomé la decisión: ni la vía armada ni la pacífica, el camino correcto era la tintura!.
Que Gustavo, mi peluquero, las busque una por una y las cubra con toda identidad, que las transforme en mechas rubias y se acabó el problema. Al final, terminar con la cabeza color choclo cuando se ha tenido el pelito clarito natural no es pecado en esta país.
Ah, pero el cuento no terminó ahí. Al salir del baño, la casa ya estaba funcionando. Los tres niños veían la tele en pijamas con un bol de chocapic cada uno. Ignacio seguía durmiendo y ya se había apoderado de toda la cama, acostado en cruz y al medio de ésta. Igual le dí un par de empujones, me senté al lado y lo desperté. Abrió los ojos y me dijo: "¿quién se murió?" "Mi pelo", le contesté. !No estoy para conversaciones metafisicas Lauri, dime qué te pasó?".
Tan hombrecito mi marido, nunca entiende nada. Decidí atacarlo con dramatismo: "el pelo, Ignacio, mi pelo se murió, me salió una cana, ya nunca volveré a ser la de antes, no hay salida, no hay vuelta, voy derecho a la tercera edad, a la menopausia, a la osteoporosis, a la decrepitud (¡cómo me gusta esa palabra!), en suma, al final del camino, a la muerte."- le dije.
En esa parte me sentí un poco ridícula y me lancé en sus brazos para que no lo notara. Mi marido, santo él ( a veces), me abrazó, estiró un brazo para alcanzar sus anteojos, se los puso, afinó la puntería y con su mano libre agarró firmemente mi única cana entre el índice y el pulgar y la tiró fuerte, una sola vez. Sonó "tic" y dolió menos que una ceja. "Listo, eres jóven de nuevo y estás bien rica".
Qué les puedo decir, bendita sea la simpleza de los hombres.
Celebramos cerrando la puerta del dormitorio por 30 minutos que nadie notó, porque la hipnosis televisiva que deja a los niños sin identidad por un rato, en estos casos, se agradece.

5.7.09


Tengo dolor de cuello.

Por primera vez en un par de meses dormí más de 8 horas seguidas.