Hablemos de cosas verdaderas

Lo primero es sentir que me invade el silencio.
Huyeron las palabras, las brillantes ideas, y apenas miro muda.
…..Al fin, quería hablarte de cosas verdaderas. Contarte como he visto volar las golondrinas, hablarte de las pocas ciudades que conozco, pero que sin duda, son hermosas. De los grises pasillos de mi piso de infancia. De cosas verdaderas.
Sacar sueños antiguos del arca, como trajes que quedaron pequeños, abrir los gruesos libros de neblinosas fotos. Más bien que mis palabras; una larga memoria, sonora y palpitante. Y aunque apenas entiendo de las cosas del mundo, tal vez pueda gustarte saber cómo es el tiempo visto con otros ojos; y, además es lo único que saqué de mi vida, como la niña que vuelve del campo, y que no trae nada que contar, sino piedras, mariposas y alguna que otra lagartija.
En las manos de dios, como en una llanura. Dos surcos que cobijen una sola semilla. En los campos sin una brisa cae la tarde, con soledad leve de desamparos y frío. Las almas juntas de nuestra madre y la mía corrían allá, pareciendose a tí, cuando corrías en busca de eso que tanto te gustaba . Tu aire de niño de los sueños. Te conocía del país que nacimos. Yo ya de dones he venido al mundo y te digo que es cierto todo aquello presentido por el alma. Al nacer. Que todo es sabio. Que dios hace sueños si es verdad.

Y que es cierto todo lo que soñamos en medio de la huída de las cosas.