Musique escrita

8.7.09

La primera, la única

Fue hace seis días. Desperté, fui al baño, hice un close up en mi pelo y ahí estaba. Mi primera cana. Gruesa, rebelde y levemente ondulada. Justo en medio de la partidura, como una bandera. No sé por qué la naturaleza toma tan extraños caminos. Por qué mi pelo, que ha sido siempre liso-liso y delgado como pluma de pollo, al tomar forma de cana se convierte en esta suerte de alambre de púa capilar. Por qué deja su identidad dócil para transfromarse en un pedazo de nylon.
No supe qué hacer.
Ahí estabamos mi cana y yo, la casa entera durmiendo y yo enfrentandome a la segunda parte de mi vida:Laura con canas.
Decidí ignorarla por un rato. Abrí la llave para bañarme -cuestión rara en mí, porque los sábados prefiero tomar un café con leche en cama mientras hojeo el diario y reviso concienzudamente los catálogos- y me lavé el pelo sin poder decidir si el camino era la guerra o la paz.
La guerra;sacarla de raíz usando como arma mi mejor pinza -porque tengo varias, ¿ya les hablé de mi obsesión con las pinzas?-. La paz; dejar que crezca libre, digna y serena, que se luzca como la hace la Toti Rivas, que tiene exactamente mi edad, pero una experiencia enorme en esto del pelo bicolor.
Pero en ella todo es distinto, que la Toti nació con estilo -¿han notado ese tipo de gente?-. Ella es alta, a lo modelo, con la piel perfecta y el pelo negro. Se lo corta y parece heroína de comic español. Se lo deja largo y parece princesa de cuento. Y como sabía que por herencia materna le iba a salir un mechón blanco cerca de los treinta, cuando le apareció, hasta lo celebró.
Pero conmigo el cuento es muy diferente. A mí este pelo no deseado me tomó por sorpresa, y no digamos que fue grata. Sabía que estaba perdiendo el tiempo en tonteras, porque nada de lo que hicera iba a evitar que me siguieran saliendo canas y no es la idea terminar pelada como un melón, o parecer ancianita a los 40.
Ya me había sacado el acondicionador y estaba por cortar la ducha cuando tomé la decisión: ni la vía armada ni la pacífica, el camino correcto era la tintura!.
Que Gustavo, mi peluquero, las busque una por una y las cubra con toda identidad, que las transforme en mechas rubias y se acabó el problema. Al final, terminar con la cabeza color choclo cuando se ha tenido el pelito clarito natural no es pecado en esta país.
Ah, pero el cuento no terminó ahí. Al salir del baño, la casa ya estaba funcionando. Los tres niños veían la tele en pijamas con un bol de chocapic cada uno. Ignacio seguía durmiendo y ya se había apoderado de toda la cama, acostado en cruz y al medio de ésta. Igual le dí un par de empujones, me senté al lado y lo desperté. Abrió los ojos y me dijo: "¿quién se murió?" "Mi pelo", le contesté. !No estoy para conversaciones metafisicas Lauri, dime qué te pasó?".
Tan hombrecito mi marido, nunca entiende nada. Decidí atacarlo con dramatismo: "el pelo, Ignacio, mi pelo se murió, me salió una cana, ya nunca volveré a ser la de antes, no hay salida, no hay vuelta, voy derecho a la tercera edad, a la menopausia, a la osteoporosis, a la decrepitud (¡cómo me gusta esa palabra!), en suma, al final del camino, a la muerte."- le dije.
En esa parte me sentí un poco ridícula y me lancé en sus brazos para que no lo notara. Mi marido, santo él ( a veces), me abrazó, estiró un brazo para alcanzar sus anteojos, se los puso, afinó la puntería y con su mano libre agarró firmemente mi única cana entre el índice y el pulgar y la tiró fuerte, una sola vez. Sonó "tic" y dolió menos que una ceja. "Listo, eres jóven de nuevo y estás bien rica".
Qué les puedo decir, bendita sea la simpleza de los hombres.
Celebramos cerrando la puerta del dormitorio por 30 minutos que nadie notó, porque la hipnosis televisiva que deja a los niños sin identidad por un rato, en estos casos, se agradece.

3 comentarios:

Yobber Gut Vas dijo...

Toque mágico, el de la naturaleza para angustiarnos con escasos centímetros de albor, el del amor para calmarnos con un "ya pasó", sigamos respirando.

Saludos Nicky!

Balentina dijo...

hola! llegue aqui por el blog de javier :)
me gusta mucho como escribes, y laura es muy mujer para sus cosas jajaja, esos cuestionamientos mega futuristas que nos hacemos ... esos fabricados desde pequeñas : )
un saludo y sigue escribiendo!

.Menguante. dijo...

Jajaj me encantó esa especie de histeria femenina... el de creer que el mundo se termina cuando algo cambia...

En fin.

Los hombres son claramente más prácticos y no se preocupan mucho por la trivialidades capilares de las mujeres...

Me gustó. :)