Un millón de veces más caí, y edificios y ciudades erigí. Nada mejor que tener hogar en donde estoy perdida. Nada mejor que galimatías laberínticas de concreto y calles. Nada como sentarme en la silla coja. Qué orgullosa estoy, que ya vivo sólo en cuartos vacíos, de cama y baúl, y caminos… caminos de noche que a ningún lado conducen porque cómo me gusta la angustia de no conseguir. Cómo me gusta y ya es de noche, y la misma plaza limpia de mí sigue sola y escapa de espaldas al bus.
Y ya es de día (pero es de noche) y qué mejor que ser la única sobria, presto a ser ridícula en el desconocido inglés anónimo cinco letras (con eme o doble ve, no sé) borracha hasta el alma que nunca vi. Ebria en otro, por supuesto, que estoy muy por sobre cualquier destilado. Pero no por sobre el guardia… que ahí está la puerta, ahora la busco y él está ahí, sé que él está ahí. Pero los gatos me dan alergia y este no tiene cara de dejarme pasar.
Y estaba allí. La hermosa ciudad prístina de antaño. Cómo la quiero, cómo la amo… ¡cómo quiero salir por la chimenea cuando ahí está la puerta! Nada como no conseguir. Nada, cómo no. Conseguir nada como no. Y esta última me gusta más, pero no me digas que me puedo enterar. ¿Cómo no conseguir nada? ¿Cómo conseguir nada? Supongo que por generación espontánea. Que no hay nada como dejarse estar (¿¡pero no me diga!?).
Qué mejor que besar ideas y verte besar extraños. Qué mejor excusa que soñar la clausura del pasado. ¡Qué forma de no hacer nada! ¡Qué forma de jactarme de mi cuarto vacío! ¡Qué forma de erigir ciudades! ¡Qué bello jamás nadie! No pude hacer nada y no quiero.
Y ya sé que en el sueño figuran elementos deseados, y que hay lapsus fallidos... y abreacciones de papel enrarecido y hombres que no existen, pero ya me cansé y voy a sentarme a ver el mapa de la ciudad en blanco.
Y ya es de día (pero es de noche) y qué mejor que ser la única sobria, presto a ser ridícula en el desconocido inglés anónimo cinco letras (con eme o doble ve, no sé) borracha hasta el alma que nunca vi. Ebria en otro, por supuesto, que estoy muy por sobre cualquier destilado. Pero no por sobre el guardia… que ahí está la puerta, ahora la busco y él está ahí, sé que él está ahí. Pero los gatos me dan alergia y este no tiene cara de dejarme pasar.
Y estaba allí. La hermosa ciudad prístina de antaño. Cómo la quiero, cómo la amo… ¡cómo quiero salir por la chimenea cuando ahí está la puerta! Nada como no conseguir. Nada, cómo no. Conseguir nada como no. Y esta última me gusta más, pero no me digas que me puedo enterar. ¿Cómo no conseguir nada? ¿Cómo conseguir nada? Supongo que por generación espontánea. Que no hay nada como dejarse estar (¿¡pero no me diga!?).
Qué mejor que besar ideas y verte besar extraños. Qué mejor excusa que soñar la clausura del pasado. ¡Qué forma de no hacer nada! ¡Qué forma de jactarme de mi cuarto vacío! ¡Qué forma de erigir ciudades! ¡Qué bello jamás nadie! No pude hacer nada y no quiero.
Y ya sé que en el sueño figuran elementos deseados, y que hay lapsus fallidos... y abreacciones de papel enrarecido y hombres que no existen, pero ya me cansé y voy a sentarme a ver el mapa de la ciudad en blanco.